Iniciemos por definir en forma sencilla La Ley de Murphy que se podría resumir en la premisa que dice: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. También, he escuchado versiones de connotaciones apocalípticas como: “Si una serie de eventos pueden salir mal, saldrán mal y, además, en el peor orden posible”. Pero tomemos la premisa básica para el análisis en este artículo.
Antes de iniciar la aplicación de La Ley de Murphy en el mundo de la tecnología de información, es mi obligación hacer ciertas precisiones que, a mi parecer, son necesarias puntualizar en este momento.
La correcta interpretación y análisis de la frase “Si algo puede salir mal, saldrá mal” nos obliga evitar la tentación de encasillar esta “Ley” como pesimista. La clave está en el inicio de la frase “Si algo puede…”. Asegurarse de que NADA PUEDA SALIR MAL, es decir, cuidar todos los detalles del asunto en cuestión, es responsabilidad y facultad del dueño y/o ejecutor de dicho asunto, supuesto necesario para que la Ley en cuestión aplique. Si la Ley de Murphy es cierta como está escrita, entonces necesariamente es cierto que “Si no hay nada que pueda salir mal, entonces no saldrá mal”.
La Ley de Murphy debiera entenderse como una advertencia que profetiza el resultado u efecto más probable de una acción o causa que haya dejado algo “suelto” para que no se obtenga el resultado deseado. Por lo que una filosofía PREVENTIVA se convierte en la mejor vacuna para esta enfermiza Ley que nos asecha como el resfriado y atrás de él la pulmonía y atrás de ella la neumonía; y, como decían antes, mejor aquí le paro de contar.
Dicho lo anterior, procedo entonces a describir como este Gasparín rojo y maloso, el fantasma imaginario encargado de ejecutar la Ley en cuestión, utiliza la tecnología de información para incrementar la velocidad e intensidad de sus infames y despiadadas acciones.
A manera de ejemplo, y diversión para Usted querido lector, enlisto algunas de las travesuras que Gasparín ha tenido la amabilidad de jugarle a este su humilde charro, amigo y seguro servidor:
1. Al escribir un documento, largo y tedioso, durante varias horas y, por supuesto, urgente me ha sucedido que:
a. Por error lo cierro y no lo había grabado.
b. Se va la luz y la laptop que estaba utilizando nunca le compré la pila nueva.
c. La laptop estaba desconectada y no me percate que la pila se acababa.
2. Escribir un correo electrónico y enviárselo a la persona o grupo de personas equivocado. Es de imaginarse que esto sucede cuando el contenido o documento anexo del correo es de carácter confidencial o de “dudoso” contenido.
3. Que aparezca un pop-up “inapropiado” en frente de la última persona que hubiera querido que viera semejante cosa. Importante aclarar que el nivel de “inapropiado” siempre ha sido directamente proporcional a lo conservador de la persona que lo ve por error (jefe del trabajo, mamá, abuelita, suegra).
4. Abrir un archivo con virus un segundo antes de que tu amigo te llamara por teléfono para avisarte que no abras ningún correo de él porque su máquina tiene virus.
5. Perder la información del disco duro después de la quincuagésima vez que te me dije a mi mismo que debía hacer un respaldo ya porque el disco duro estaba por tronar.
6. Escribir en el Messenger y equivocarte de ventana de diálogo. Generalmente me sucede cuando estoy escribiendo un chisme y, por supuesto, la ventana de diálogo equivocada pertenece a aquella persona protagonista del chisme.
Por lo anterior, es muy importante ser muy precavidos en uso de la tecnología como medio de comunicación y esparcimiento para evitar situaciones no deseadas como las que me han pasado y otras que seguramente han sucedido.
Comparte algunas de las experiencias que has tenido con La Ley de Murphy y ayúdanos a evitar ser nuevamente víctimas de este criminal cibernético.
Saludos,
Raschid Mohamed
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